La ilusión de un campeón
"Soy un luchador nato. Si no lo fuera no estaría aquí".
Dani, 15 años


“No cuentes los días, haz que los días cuenten”. Una frase de toda una leyenda, Muhammad Ali. Pero la habitación de un hospital es uno de los “rings” más complicados que existen. Y es aún más difícil cuando eres un adolescente, que deberías estar disfrutando de una de las mejores etapas de tu vida y, sin embargo, te enfrentas a una enfermedad que pone en peligro tu vida, a tratamientos que te dejan exhausto, a las jornadas interminables en el hospital…
“Dani os necesita, es el momento de ayudarle a mirar hacia delante”. Es lo que nos dijeron los médicos que trataban a Dani, nuestro campeón de quince años. Él, un apasionado del boxeo, sabía que tenía que seguir adelante, luchar y seguir avanzando. Dani y su familia buscaban fuerzas para “noquear” la tristeza y recuperar la chispa de unos ojos azules que vuelven locas a las chicas. Una chispa que aumentó cuando le conocimos y comprendió que había muchísima gente dispuesta a ayudarle, a conseguir cumplir su ilusión, aunque la enfermedad estuviese dispuesta a ponérselo muy, muy complicado.
¿Su máxima ilusión? Asistir a un combate profesional de boxeo. “Soy un luchador nato, si no lo fuera no estaría aquí”. Fue lo que nos dijo cuando supo que había una posibilidad de cumplir su ilusión. Todos nos pusimos en marcha, en una carrera contrarreloj ante el avance de la enfermedad. Solo con pensar que era posible, Dani volvía a sonreír y teníamos que conseguirlo. Nos sorprendimos con su coraje y su empeño en encontrarse mejor, para disfrutar esa ilusión que le daba sentido a su día a día. Todo se preparó en un tiempo récord y con el apoyo de los médicos, de su familia y de todos aquellos que se solidarizaron con la ilusión de Dani, nuestro campeón ganó el “round”.
Dani hasta se empeñó en viajar sin silla de ruedas, sus médicos estaban orgullosos y satisfechos por tanto esfuerzo. ¡Quería disfrutar al máximo de su ilusión y ver el combate ¡en Las Vegas!. Dani conoció a su boxeador favorito y gozó al máximo con una experiencia que le hizo olvidarse del dolor durante unos días increíbles, para él y su familia. Su equipo médico nos dijo: “Hace unas semanas, Dani se mantenía callado, nos giraba la cara. Al regresar… ha sido increíble. Solo tenía ganas de hablar, de enseñarnos las fotos, contarnos lo que había disfrutado… había sonrisas, esperanza, aceptación”.
Ahora sabemos que le queda el combate más difícil de todos. Pero lo que está claro es que, tanto él como su familia podrán encararlo con la mejor de las energías, la fuerza de la ilusión y de un recuerdo inolvidable.
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