La ilusión de un campeón
Y el beso al ratón más famoso.
Dídac, 4 años




¿Cuántas veces hemos escuchado historias de niñas que sueñan con besar una rana que se convierta en un príncipe azul? Pero quizá no es tan frecuente encontrarse con un pequeño como Dídac que, a sus cuatro años, tenía claro que su mayor ilusión era darle un beso y un abrazo a… ¡un ratón! Aunque no precisamente a un ratón cualquiera, sino al más famoso del mundo: Mickey Mouse, el rey de la fantasía.
Cuando le conocimos, tímidamente, nos contó que le gustaban muchas cosas. Cantar, bailar, jugar con sus amigos al “pilla-pilla” y hacer vídeos. Y, lo más importante, que su muñeco preferido era un ratón Mickey que incluso cantaba cuando le apretabas la barriga. A Dídac se le escapaba la sonrisa cada vez que hablaba de su amigo favorito y pronto nos explicó que su mayor ilusión era conocerle, darle un abrazo y un beso enorme. Lo veía siempre por la tele pero aunque Dídac lo saludaba en cuanto Mickey asomaba en la pantalla, el “señor Mouse” nunca le contestaba. Nuestro pequeño valiente soñaba con poder ir a la casa de Mickey para poder jugar con él y dejar lo más lejos posible las cosas que no le gustaban tanto, los hospitales, los tratamientos… pero no sabía cómo. Así que le confesamos uno de los secretos para hacer realidad las ilusiones: el esfuerzo y Dídac prometió ponerse manos a la obra, junto a su familia, para conseguir que le ayudaran a hacer unos deberes increíbles que enamoraran a Mickey y a todos sus amigos.
Dídac puso todo su esfuerzo: dibujó, hizo un Mickey de plastilina y hasta un “Mickeybaile” con sus amigos. Pero los deberes más complicados consistían en portarse lo mejor posible. Él sabía que contábamos con una cómplice a quien no se le escapa la menor travesura: Campanilla. Y aunque el primer día nuestra hada favorita nos “chivó” que se había pasado horas buscándola para sorprenderla, Dídac cumplió con su palabra y nos convenció a todos, incluidos Campanilla y Mickey Mouse.
Gracias a su empeño y a la gran fuerza que le dio su ilusión, Mickey Mouse le estaba esperando con los brazos abiertos. Se había ganado un fuerte abrazo y un beso enorme. Dídac se lo pasó en grande con su amigo ratón e incluso intentó sacar la famosa espada Excálibur de la piedra donde se encuentra fijada por un poderoso hechizo. No lo consiguió pero nos ha contado que volvió al día siguiente y que ¡la espada había desaparecido! Dídac está convencido que Goofy o los piratas le gastaron una broma. Aunque tampoco le importa demasiado porque se trajo con él el mejor de los recuerdos: el ansiado abrazo y el beso mágico de Mickey Mouse
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